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Edificios civiles

Ayuntamiento Siglo XVIII
ayuntamiento. Plaza de la Constitucion En junio de 1775, una pavorosa riada del Ebro destruyó el puente medieval que unía los dos barrios mirandeses, así como la torre, asentada en su primer arco, en la que se ubicaba el Ayuntamiento. Se acordó entonces construir una nueva Casa Consistorial, en la entonces llamada Plaza del Rey, en el espacio que ocupaban los toriles, el aula de gramática y algunas viviendas particulares. La Plaza en que se ubica ha recibido, según épocas y momentos políticos, diferentes denominaciones: Plaza del Rey, de la Constitución, y de la República Actualmente se conoce como Plaza de España. Se encargó el proyecto al renombrado arquitecto riojano Francisco Alejo de Aranguren diseñador de numerosos edificios en Burgos, Logroño, Pamplona…-, quien en noviembre del mismo año presentaba su propuesta constructiva. Revisada ésta en marzo de 1778 por Ventura Rodríguez, arquitecto titular del Consejo de Castilla -órgano que centralizaba la autorización de las obras públicas españolas-, se introdujeron en el proyecto elementos neoclásicos característicos de la obra del prolífico maestro. Dirigieron la obra en la que llegaron a trabajar simultáneamente veinticuatro canteros, igual número de peones, tres carpinteros y tres carreteros- el propio Alejo de Aranguren, Santos Angel Ochandátegui, Javier Ignacio de Echeverría, y Domingo de Urizar, quien la culminaría en 1788. La construcción había costado ciento noventa mil reales.El edificio, de buena piedra de sillería, presenta dos cuerpos: el inferior almohadillado, con un pórtico de tres amplias arquerías; el segundo, con siete vanos rematados por frontones semicirculares y triangulares, culminando el central el escudo de la ciudad.
Casa de las Cadenas Siglo XVI

Casa de los Urbina

Construida en las últimas dos décadas del siglo XVI por la familia Ribaguda, y propiedad en el siglo XVII del matrimonio formado por Antonia de Ribaguda y Francisco Gil Delgado, de los Gil Delgado, más tarde Condes de Berberana. Debe su nombre a las cadenas de hierro que penden sobre su acceso, concedidas por el rey Fernando VII en 1828 como recuerdo tras alojarse en el edificio.
No fue tal estancia la única aportación del inmueble al anecdotario histórico: en 1660 descansó en él la infanta María Teresa, quien viajaba a la isla de los Faisanes, y el 16 de agosto de 1837, en plena contienda carlista, fue asesinado en su zaguán el Segundo General en Jefe del Ejército Liberal, Rafael Ceballos Escalera, a mano de las tropas amotinadas que reclamaban el cobro de su soldada. El «castigo ejemplar» que el General Espartero aplicó a los responsables del crimen -fusilados en la «Venta del Rojo»- permanece aún en la memoria colectiva local.
En su diseño imita a los hermosos palacios renacentistas italianos, subrayando el piso noble mediante el empleo de sillares almohadillados regulares y de un balcón corrido a lo largo de toda la fachada. Esta responde a una evidente voluntad de simetría, mezclando estructuras renacentistas con huellas anteriores tales como los portones rematados por arcos de doble conopia y las ventanas de similar factura del primer piso, que contrastan con la linealidad de los tres vanos del piso superior.

Casa de de los Urbina Siglo XVI
Casa de los Urbina Muestra de las mansiones palaciegas promovidas por los hidalgos mirandeses a lo largo del siglo XVI, en el periodo de estabilidad social que sucedió a los prolongados conflictos entre los Señores de la zona. Hoy Casa Parroquial, fue construida entre 1540 y 1550 por Juan de Urbina, capitán al servicio de Carlos V y miembro de una familia principal de la localidad, y su esposa María de Frías Salazar. Muestra una estructura medieval, sorprendente dada la época en que fue edificada, apuntando incluso una cierta fisonomía defensiva en los torreones cilíndricos de sus ángulos frontales. Levantada en piedra de sillería conforme a un criterio de verticalidad, con planta baja y tres pisos. La distribución de sus vanos es marcadamente irregular; así, la puerta principal ocupa el extremo izquierdo, y los balcones del piso noble obvian toda voluntad de simetría. Lo compacto de su porción media, caracterizada por los espacios ciegos, contrasta con el gran número de ventanas de su planta superior, seis, casi colindantes con la cornisa. Tal vez este piso superior se incluía en las obras acometidas en 1666 por Juan Antonio de Urbina. En 1655 se hospedó, y falleció, aquí Margarita de Saboya, virreina de Portugal. En 1660, era el rey Felipe IV, que acompañaba a su hija María Teresa a su enlace matrimonial con el monarca Luis XIV de Francia, quien descansaba en sus estancias.
Teatro Apolo Siglo XX
Teatro Apolo Levantado en la plaza de Santa María, fue proyectado en 1920 por el riojano Fermín Alamo, posteriormente arquitecto municipal mirandés, a encargo de la propietaria del solar, Dolores Angel. Con anterioridad, y hasta la noche del 28 de diciembre de 1918, en que fue consumida por un incendio, se ubicaba en el lugar la Sociedad de Recreo «La Mirandesa». Al prolífico Alamo debemos muchas de las obras de mayor interés de los años 20 y 30, con ejemplos tales como el Colegio Público Aquende, la remodelación de la antigua Alhóndiga para su nuevo uso como Plaza de Abastos, y varios de los edificios de viviendas de mayor valor arquitectónico del historicismo local. Estamos sin duda ante el mejor inmueble civil de la primera mitad del siglo XX, caracterizado por sus líneas cerradas y una rica ornamentación historicista inspirada en el Renacimiento español. La construcción emplea frontones triangulares y circulares; en los tímpanos aparecen figuras de personajes relacionados con el teatro, el mundo de la cultura y la mitología clásica. En el estucado del edificio se empleó hábilmente un tono rosado, imitándose así los resultados de la piedra de Salamanca. El Teatro fue inaugurado el día 4 de octubre de 1921. Tras sufrir un creciente deterioro, acelerado tras cesar sus actividades como teatro y cine, fue adquirido por las Administraciones Central, Regional y Municipal con el fin de proceder a su rehabilitación y nueva puesta en funcionamiento. El proyecto correspondiente ha sido confiado al arquitecto Miguel Verdú Belmonte.
Estación de Ferrocarril Siglo XIX
estación de Ferrocarril Proyectada en 1862 por el ingeniero inglés Charles Blacker Vignoles, se trata de una de las más tempranas estaciones de tren de toda España. El aire victoriano de sus marquesinas apunta al origen de su diseñador, ingeniero jefe de la línea Tudela-Bilbao, que junto a la Madrid-Irún coincidía, apenas traspasado el ecuador del XIX, en Miranda. Charles B. Vignoles, nacido en Woodbruck en 1793, era considerado uno de los más prestigiosos ingenieros civiles de su época. Reconocido como uno de los introductores de la arquitectura del hierro en estaciones y puentes, trajo a Europa el rail de base plana e inventó en 1830 un tipo de ferrocarril de montaña. Trabajó en Estados Unidos y Rusia, donde construyó un puente suspendido sobre el Dnieper, en Kiev, catalogado durante años como el mayor del mundo. Años después, proyectó la línea Tudela-Bilbao, las estaciones de Logroño y Miranda, y, en esta misma ciudad, el puente del ferrocarril sobre el Ebro. El edificio de viajeros compartido por las Compañías propietarias de las dos líneas, detentadora cada cual de una de sus fachadas tiene una planta rectangular, y estaba dividido longitudinalmente en dos partes iguales y simétricas, en cada una de las cuales tenía sus dependencias la empresa correspondiente, contemplándose sin embargo algunos espacios comunes. Las cubiertas de los andenes, exponentes de un consumado dominio del hierro, se fundieron en los talleres ingleses de Frederick Braby.
Casa de Don Lope Siglo XVIII
El edificio principal de la conocida como “Casa de Don Lope” situado en el número 1 de la calle San Francisco fue construido por Mateo de Angulo personaje que ocupo cargos en el Ayuntamiento como alcalde y regidor durante los últimos años del siglo XVIII. En Marzo de 1778 solicita licencia del ayuntamiento para levantar su nueva casa, ocupando parte de un terreno de arbolado concejil a la salida del arco de la fuente, ya que la antigua había sido derribada para permitir la mejor construcción del Puente sobre el Ebro que una riada había destruido en 1775. El permiso es concedido por el ayuntamiento mirandés el 21 de septiembre de ese año con la obligación de dejar en pie los árboles que había en aquel lugar. En el mes de mayo del año siguiente Mateo de Angulo solicita permiso para talar estos árboles porque le quitaban visión a su casa, solicitud que le es concedida con la condición de que plante unos nuevos enfrente, en la subida hacia el castillo. Posiblemente algún árbol de los que decora el actual jardín de la casa pueda perdurar de aquellos ejemplares que existían antes de la construcción del inmueble. El edificio se concluirá unos años después y con el paso del tiempo se le irán añadiendo otras edificaciones hasta consolidarse como la casona que hoy día ha adquirido el Ayuntamiento para destinarla a Museo Municipal. El inmueble sigue la tipología de Casona de planta rectangular totalmente exenta de dos alturas mas altillo abuhardillado. La fachada principal, realizada en piedra de sillería, se articula en una composición simétrica partiendo del eje central portada-balcón con vanos adintelados y recercados. Exenta de decoración ornamental sólo se anima por la línea de imposta que separa los dos pisos y por la rejería que cubre las ventanas del cuerpo inferior y los antepechos de los balcones de planta arqueada del primer piso. El tejado a dos aguas se sustenta en un amplio alero con canecillos de madera sin tallar que reemplazan a los primitivos. (Fuente: Archivo Municipal de Miranda de Ebro. Libro de Actas y Decretos del Ayuntamiento 1768-1789. Sig. L-H89. Fol. 180,189-190, 200-201)

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