PROPUESTA:
“Elvira Angulo Merino nació el 7 de septiembre de 1927 en un pueblo de Álava llamado Pobes. Fue la primera de siete hermanos, hija de Ascensión Merino y Leandro Angulo. Cursó sus estudios en el Sagrado Corazón de Vitoria y sin cumplir los 18 años se trasladó a Madrid a realizar su carrera de matrona.
Durante su juventud ella quería ir a trabajar a las misiones para ayudar a los demás, pero decidió hacer de matrona para ayudar a su padre, que era tocólogo, Don Leandro. Lo que no sabía entonces era que su misión a partir de entonces sería ayudar a muchas mujeres a traer al mundo a sus hijos de la manera que ella lo hizo.
Tras realizar sus estudios regresó a Miranda y primero en bici y luego en moto, (que la acompañó a lo largo de toda su vida), estuvo siempre dispuesta a atender y cuidar a los demás fuera la hora que fuera.
Un 7 de julio de 1945 realizó su primer parto en Madrid y se enamoró de su profesión, y un 29 de septiembre de 1948, ya en Miranda, atendió su primer parto y tras varias complicaciones todo salió bien; y hasta el final de la vida de Elvira, «su primera» la saludaba con cariño y recordaban como esa niña nació en Miranda y se salvó.
En aquella época, sin medios suficientes, a veces sin luz o con la luz de carbureros, atendía partos donde tocara. Entonces no existían ecografías, ni monitores para escuchar el latido cardíaco, saber si había más de un bebé o podía haber sufrimiento fetal, mala posición del bebé o diferentes complicaciones. Con sus manos y con el estetoscopio o trompetilla de madera, había que solucionar lo que se presentara. Todos pendientes de ese parto, a la hora que fuera, verano, invierno, lluvia, nieve, de día o de noche, Elvira siempre tenía a punto su moto para salir corriendo.
Cuando una mujer se ponía de parto iban a buscarla, no había teléfonos, solo centralitas y siempre dejaba dicho dónde estaba.
Pero a pesar de las dificultades, cada vez amaba más su profesión y las madres y padres de esta ciudad se lo han agradecido y le han demostrado su cariño hasta el día de su muerte.
Probablemente no todos los partos saldrían bien y no tendrían el desenlace esperado porque los partos son siempre una urgencia y en un momento se pueden complicar, pero Elvira o Elvirita, como la llamaban en Miranda, se entregó en cuerpo y alma a su profesión, a las mujeres y a los niños, siempre dio lo mejor de ella con su sonrisa que iluminaba todo y daba confianza a quien atendía, aunque también tenía un carácter firme cuando la ocasión lo requería.
Trabajó muchos años atendiendo partos en las casas, luego en el hospital, y finalmente terminó su carrera profesional en el centro de salud. Se jubiló, o la jubilaron como decía ella, el día que cumplió 70 años, siempre orgullosa de ser mujer y ayudar a la mujer, de dar ejemplo de mujer independiente, trabajadora fuera de casa y en casa, y madre de 8 hijos.
Esta Alcaldía, en nombre de la Corporación, y en reconocimiento de la gran labor realizada, propone a la Junta de Gobierno Local:
La concesión del León de Oro de la ciudad a Elvira Angulo Merino a título póstumo, su profesión y dedicación hacia los demás fue más allá de su obligación.”