La obra “El encuentro”, de Nélida Leal Rodríguez, gaditana nacida en Alemania, es la ganadora del primer premio del XX Concurso de Literatura “Relatos de Igualdad”. Ha sido considerada la mejor de los treinta y cuatro relatos participantes en esta edición. El resultado se dio a conocer en el Salón de Plenos del Ayuntamiento si bien la autora no pudo acudir a recibir su premio (dotado con 500 euros y fachada del Ayuntamiento) por motivos laborales (trabaja como administrativa en el Puerto Deportivo de Puerto América en Cádiz y lo hizo el segundo premiado en su lugar, quien además procedió a la lectura del relato ganador por deseo de la autora) “El encuentro” narra la historia de una mujer que tras dos décadas de matrimonio, rompe con su pasado al comprobar que su conformismo era la antesala del terror al que la sometía su compañero, un hábil mentiroso y manipulador, por lo que decide dar un paso hacia su libertad. Del segundo premio, dotado con 300 euros y placa, fue merecedor, a juicio del jurado, “…Y en el mar”, del jarrero Ernesto Tubía Landeras, un participante asiduo de este concurso. En esta obra narra la historia de una pareja que depende del mar con los roles cambiados. “Las huellas borradas”, del palentino Raúl Guadin Delgado recibió el tercer premio (150 euros y placa). En ella habla de los Comuneros de Castilla y se recuerda la figura de María Pacheco. Rebeca Muñoz Curiel consiguió el accesit (150 euros y placa) al mejor trabajo presentado por una persona de Miranda. “Ni voz ni voto” es el título de su relato. Se desarrolla en el Madrid de los años 30, una época en la que se reconoce el sufragio femenino. Estos fueron los trabajos premiados de entre las treinta y cuatro obras presentadas en esta edición, de las cuales 17 fueron realizadas por mujeres y otras 17 por hombres. En cuanto a la procedencia geográfica, diez de los relatos fueron de Miranda y 24 del resto del Estado. Son ya veinte años de concurso, con alrededor de quinientos relatos; veinte ediciones de un certamen, el cual desde su puesta en marcha, tiene un doble objetivo: incidir sobre las imágenes estereotipadas de mujeres y hombres; y promover el cambio de comportamientos, actitudes, normas y valores que atribuyen roles diferentes en función del sexo de las personas.