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Los juegos de infancia de nuestros mayores, de moda de nuevo gracias al Servicio de Ayuda a Domicilio

Los juegos de infancia de nuestros mayores, de moda de nuevo gracias al Servicio de Ayuda a Domicilio

El Ayuntamiento de Miranda de Ebro edita el recopilatorio “Jugando entre recuerdos” para acercar a los más pequeños diez divertimentos ya en desuso.

 

El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) del Ayuntamiento de Miranda de Ebro cuenta con 275 usuarios/as. Cada uno ha tenido un recorrido vital diferente pero todos/as tienen algo común: una infancia de juegos en la calle y multitud de risas. Sin embargo, muchas de las formas de entretenerse de nuestras personas mayores se han perdido con el tiempo mientras se dejaba paso a nuevos usos en las formas de divertirse.

Ellos y ellas han sido testigos de un mundo en constante cambio pero, al ser preguntados por cómo se divertían de pequeños, una sonrisa de medio lado demuestra que recuerdan como si fuera ayer los momentos de disfrute y el aprendizaje a través de aquellos pasatiempos populares que marcaron a toda una generación. Hoy, gracias a sus valiosas memorias, se reviven esas costumbres que forman parte de nuestra herencia cultural y acercarlas a los más pequeños.

Para ello, la empresa gestora del SAD, Senior Servicios Integrales, preguntó a sus usuarios/as por aquello con lo que pasaban su tiempo cuando eran niños/as. De esa investigación surge el recopilatorio “Jugando entre recuerdos” que se ha presentado hoy en el salón de plenos del Consistorio mirandés. Esta revista, destinada al público infantil, reúne diez pasatiempos típicos de nuestra tierra entre los años 20 y 40.

“Con este proyecto hemos querido poner en valor a nuestras personas mayores como transmisoras de sabiduría popular. Mediante un ejercicio de reminiscencia, y evocando sus infancias, han recordado una época feliz en la que no abundaban los recursos pero sobraba imaginación”, ha señalado durante la presentación Laura Cantero, delegada social de Clece (matriz de Senior) en la zona Noroeste. “Gracias a nuestros usuarios y usuarias hemos recogido diez juegos de hace décadas en los que se utilizaba aquello que se tenía más a mano para pasar un buen rato y eso es exactamente lo que pretendemos que hagan los niños y niñas que reciban esta publicación, que salgan a la calle, dejen a un lado las pantallas y vuelvan a la esencia”, ha aseverado.

Por su parte, el concejal de Servicios Sociales, Pablo Gómez Ibáñez, ha destacado que “esta iniciativa es un homenaje a las vivencias de los usuarios/as, nuestras vivencias, y a esos momentos que han ido forjando nuestra identidad como comunidad, rindiendo homenaje así a experiencias entrañables que han marcado la vida, de ellos y nuestra. Es un espacio para revivir momentos”.

Juegos con historias de vida
Entre las páginas de este recopilatorio, se ocultan grandes riquezas culturales de Miranda y alrededores. Es el caso de Eladia López, beneficiaria del servicio de 95 años, que cuenta cómo pasaba las tardes jugando al diábolo porque “era capaz de lanzarlo muy alto y mantenerlo en aire con precisión”.

También se pueden descubrir entre sus páginas juegos ya casi olvidados como la pica, una suerte de soga-tira con palos en vez de cuerdas, tal y como relata Antonino Torre (91); la rayuela con la que pasaba las tardes María del Carmen Puente (74); o los alfileres que atesoraba Blanca Zaporta (89) mientras otras niñas, como una joven Lourdes Alfonso (94), prefería las tabas.

Desarrollo cognitivo y motor
Jugar puede que sea una de las actividades más importantes desarrolladas por el ser humano de todos los tiempos. De pequeños jugamos para divertirnos y, sin darnos cuenta, estamos desarrollando habilidades que son imprescindibles en la edad adulta.
El juego potencia la creatividad y la imaginación, ayuda a socializar, a gestionar la frustración así como a resolver conflictos. También estimula los sentidos, activa el lenguaje, mejora las capacidades motrices y contribuye al bienestar emocional.

Asimismo, sus enseñanzas se transmiten de padres a hijas y de abuelas a nietos, se comparten entre primos, vecinos y compañeros de clase y no únicamente por su utilidad, sino por su alta carga afectiva. Muchos de los recuerdos que se generan durante el juego se almacenan en la memoria a largo plazo y vuelven a la mente de tanto en cuando para devolver las sonrisas y transportarnos a un tiempo en el que todo era más fácil.

 

 

 

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