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LAS FERIAS DE MIRANDA DE EBRO

Desde la alta Edad Media en que los reyes otorgaron a Miranda de Ebro el Fuero, a la villa se la concedió poder celebrar tres Mercados semanales que contribuirían al desarrollo del sector económico y la convertirían en foco de atracción de las localidades de toda la comarca.

 

Con el fin de evitar la emigración de la población y para facilitar las transacciones comerciales de un núcleo en crecimiento, los monarcas concedieron a nuestra ciudad la posibilidad de celebrar Ferias anuales.

 

Así el 27 de noviembre de 1254 el rey Alfonso X firma un privilegio por el cual se permitía la celebración de una Feria el primer domingo de mayo que comenzará a conocerse como Feria de Mayo.

 

La importancia económica que estaba adquiriendo la villa de Miranda de Ebro se verá consolidada con la concesión de esta feria, con ello se perseguía apuntalar la economía local y con ella la población en un núcleo estratégico y sujeto a frecuentes disputas.

 

El privilegio recoge las condiciones de celebración de la Feria: el monarca dispone que se celebrará el primer domingo de mayo durante ocho días seguidos y se proporciona la seguridad necesaria en el camino a los comerciantes, garantizándolos igualmente contra la toma de prendas. Por otra parte, será la corona quien se beneficie de los derechos correspondientes derivados de la celebración de la feria.

 

En la actualidad esta feria ha perdido el esplendor de antaño pero se ha convertido en una activa lonja caballar y desde hace unos años aprovechando estas fechas también se celebra un concurrido Mercado Medieval.

 

Nuevamente el 2 de abril de 1332 el rey Alfonso XI concede a Miranda de Ebro la posibilidad de celebrar otra Feria en el mes de Marzo que originariamente fue conocida como Feria de Cuaresma y en la actualidad como Feria del Ángel o de Marzo.

 

Los motivos que movieron al monarca para otorgar este privilegio fueron por una parte la necesidad de evitar la emigración de la población mirandesa para mantener un núcleo importante en un lugar tan estratégico y por otra la de facilitar las necesarias transacciones comerciales de una crecida población, además de otras connotaciones políticas que trataban de evitar los indicios de la recesión económica del siglo XIV.

 

Se establecieron una serie de facilidades encaminadas a lograr la atracción del mayor número posible de mercaderes, entre las que destacan la seguridad personal y la exención fiscal de todo tributo, incluido el portazgo, a cuantos llegasen a nuestra población durante los días de feria, incluso quedaba establecida la pena de cien maravedís a quien transgrediese la normativa legal.

 

La feria se celebra desde sus orígenes en las Eras de San Juan: “…et doles et otorgoles la dicha fferia, et mando que la ayan desdel primero domingo de quaresma ffasta ocho dias commo dicho es en cada anno daqui adelante, et que aya et ffagan esta dicha fferia en la villa en los prados de las eras de Sant Iohan”.

 

A esta feria eminentemente agrícola y ganadera se la añadió, a partir de 1961, otra mecánica de aperos de labranza y por último la del automóvil en la que los concesionarios de la ciudad exponen sus vehículos.

 

El 27 de agosto de 1843 aparece publicada en la Gaceta de Madrid una orden del Ministerio de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar por la que el Gobierno provisional tiene a bien conceder a la villa la celebración de una feria anual para los cuatro primeros días del mes de noviembre que se conoce como Feria de Noviembre y tiene por objeto el comercio de ganado de cerda. A principios del siglo XX desaparecerá la costumbre de organizar este evento.

 

Otras ferias que se celebraban en Miranda de Ebro eran: La Feria de Santiago, el 25 de julio, en la que se vendían casi exclusivamente objetos propios de la trilla y la feria de San Francisco, el 4 de octubre, para la venta de cerdos

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